Desde muy pequeño, la imaginación me llevo a trazar cientos de dibujos en donde pudiera. De esta forma decore cada papel que se cruzó frente de mi.
En cuanto llego la adolescencia el comic me sedujo en horas infinitas a través de mundos reales e imposibles, mágicos a la vez que siniestros. Pero, a pesar de todo ello, nunca me propuse asistir a clases de dibujo ni nada por el estilo... todos esos sueños fueron quedando poco a poco en el olvido como les sucede a la mayoría de los niños...